Dos duros años de covid impidieron que nos reuniéramos, pero gracias al entendimiento entre la Asociación Rural del Paraguay, y la Unión Industrial Paraguaya, hoy estamos aquí para para ofrecer un futuro.
No pudimos celebrar la Expo de Mariano Roque Alonso, pero el trabajo y la producción no se detuvieron.
La industria puso, en este tiempo sombrío, lo mejor de sí. Fuimos capaces de abastecer la demanda local y garantizar la provisión de nuestros productos, defendiendo el empleo, pagando nuestros impuestos y asumiendo las cargas sociales.
Hoy, estamos aquí, para aprender del pasado y proyectar el futuro.
¡Los industriales paraguayos estamos apuntalando un proceso de industrialización que reconoce nuestras responsabilidades tributarias, sociales y medioambientales!
¡Nunca reclamamos subsidios o prerrogativas!
¡Seguimos invirtiendo, manufacturando y agregando mayor valor a la materia prima!
Durante la pandemia redoblamos nuestro compromiso, y hemos demostrado, una vez más, que estamos aquí para generar empleo y, de esa forma, mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo.
La industria nacional demostró que sin productos de contrabando los hogares paraguayos pudieron ser abastecidos con los bienes imprescindibles, asumiendo el desafío de producir con mejor calidad y precio en una época recesiva y de restricciones.
Aceptamos el desafío, y fuimos capaces de mitigar las consecuencias de una globalización que reaccionó desconcertada y con egoísmo. Los estados lideres demostraron carecer de una gobernanza global. No hubo liderazgo ni tampoco instancias multilaterales que pudieran coordinar los esfuerzos individuales.
El dictado del egoísmo prevaleció y los países menos desarrollados fuimos los últimos en ser atendidos. Todos priorizaron la producción de su industria local y sus mercados internos y, una vez proveída y garantizada la demanda doméstica, recién ahí, el excedente de la producción podía ser exportado.
Los gobiernos comprendieron el rol estratégico de los conglomerados industriales y, los tiempos pandémicos nos recordaron que las naciones no pueden renunciar a construir su soberanía sanitaria y alimentaria sin una plataforma industrial.
La industria nacional reaccionó en tiempo y forma como quienes están hechos para sobrellevar situaciones dificultosas.
Hemos elegido producir para el mercado local y conquistar parcelas del mercado internacional. No le tememos a la competencia, y no nos asusta el futuro,
¡Solo pedimos que nos dejen trabajar!
Lo que decimos, es lo que sentimos, sin soberbia y con mucha humildad, pero lo manifestamos para señalar que la autonomía de los países siempre se fundará en su capacidad económica instalada y en la previsibilidad de sus instituciones.
¡El mandato del momento nos obliga a instalar la lógica del desarrollismo y echar las bases de un industrialismo moderno, social y con sostenibilidad medioambiental!
Por eso, celebramos la cooperación estratégica con el Ministerio de Industria y Comercio.
El crecimiento económico y el desarrollo institucional no van por cuerda separadas, como tampoco se podría desvincular la creación de puestos de trabajo de la inversión productiva.
¡Queremos seguir trabajando! ¡Queremos seguir construyendo! ¡Queremos seguir incorporando más tecnología a la producción! ¡Queremos seguir atrayendo inversiones!
Para alcanzar esos objetivos es imprescindible la seguridad jurídica, un Poder judicial independiente profundiza el estado de derecho, garantiza el cumplimiento de los contratos y reduce los costos de los intercambios comerciales.
El mundo ha sido golpeado por una guerra injusta.
Hechos que son provocados allende nuestras fronteras nos señalan que somos vulnerables y que, además, debemos asumir la obligación de convertirnos en arquitectos de nuestro destino.
La historia enseña que el futuro pertenecerá no a quienes esperan, sino a quienes se preparan.
Parte de nuestra preparación consiste en construir instituciones libres que, con audacia y honradez, combatan al crimen organizado.
El imperativo del momento impone el anclaje de la estrategia desarrollista en el marco de las instituciones.
No hay posibilidad de desarrollo sostenible en el vacío institucional.
La capacidad de nuestro progreso reside en la legalidad y transparencia de nuestros actos.
La consolidación institucional tiene que derribar las barreras que impone la rampante corrupción, el abroquelamiento corporativo y la política que solo piensa en intereses políticos.
Debemos aceptar el reto de la modernización de nuestras instituciones y modificar nuestros patrones de conducta.
¡Nadie está exonerado, de actuar contra la constitución, las leyes y las instituciones!
Para alcanzar metas compartidas, se exigen políticas con principios y valores, que impere la ética y la racionalidad.
Jamás deben la moral y el derecho claudicar en la lucha contra la informalidad, las mafias, el contrabando y el lavado del dinero. El estado debe representar la verdad y la moral y, de igual manera, la sociedad tiene que ser hospitalaria con las decisiones que concilien la economía con la honradez.
Debemos ser gentiles y solidarios con la juventud paraguaya, aprovechemos el bono demográfico.
Este compromiso debemos asumirlo todos los paraguayos, esto incluye, políticos, sociedad civil y empresariado.
¡No es justo que nuestros hijos y nietos, reciban la herencia de nuestro fracaso!, ¡No es justo, que paguen las consecuencias de nuestras malas decisiones!
Los sectores de la producción, estamos obligados a fomentar la transparencia, la legalidad, la seguridad jurídica y la estabilidad política, necesitamos que el estado cuente con las herramientas para la obtención de sus fines
¡Que rijan las leyes, la igualdad y la honestidad para formalizar la economía!
Seamos un país predecible y respetemos las reglas del juego, ¡Que los poderes del estado actúen!
La voluntad del estado democrático debe imponerse y triunfar contra las acciones turbias y socavadoras de la paz social.
No hay tiempo ni espacio para las dudas metodológicas, ya sabemos lo que debemos hacer. Ahora debemos querer, lo que se debe hacer.
¡Y a quienes corresponda tomar las decisiones, que se dejen guiar por sentimientos patrios! y que no les tiemblen las manos, en el momento de decidir entre el bien y el mal!
¡Nunca, jamás! el factor electoral debe constituirse en obstáculo del crecimiento económico y el desarrollo social.
Desde la política se debe allanar el camino de la economía.
Nos preocupa y queremos conocer las propuestas electorales, sobre:
- ¿Qué haremos con la energía de Itaipú?
- ¿Cómo se financiarán los déficits de las cajas fiscales?
- ¿Qué se hará para que el IPS, ¡de una vez por todas! sea blindado de la injerencia política, y atienda a sus asegurados como corresponde?
- ¿Cual será la política financiera que sostenga y acelere el proceso de industrialización?
- ¿De dónde financiaremos nuestros requerimientos de infraestructura?
- ¿Cómo mejoraremos nuestro sistema educativo y sanitario?
- ¿Qué contenido tendrán las políticas de ajuste tributario?
- ¿Qué se hará para mejorar la calidad del gasto público?
- ¿Cómo se enfocará la lucha contra la informalidad y el contrabando?
- ¿Cómo nuestra diplomacia superará las asimetrías y las barreras paraarancelarias de los procesos de integración?
- ¿Cuáles serán los criterios de convergencia para que las finanzas públicas, la política crediticia y la estabilidad macroeconómica favorezcan un ambiente amigable para emprendedores, micro, ¿pequeñas y medianas empresas?
- ¿O, será acaso que, todo se limitará a un ajuste macroeconómico sin cambio de modelo?
Ojalá que no
No olvidemos, que la historia castiga a quienes llegan tarde a los cambios.
A pesar de las adversidades, hay razones para el optimismo.
¿Por qué hay razones para confiar en el Paraguay?
¡Los paraguayos hemos curtido nuestro carácter en tiempos aciagos, y somos hijos del rigor!
Soy optimista, pero nada nos será fácil, los paraguayos hicimos de la necesidad una virtud. Aprendamos de los errores que hemos cometido, reinventemos el heroísmo y recordemos la advertencia
“Cuando se camina hacia el futuro sin la luz del pasado, se volverá a caminar en las tinieblas”.
¡Muchas gracias!
– Ing. Enrique Duarte, Presidente UIP.