Día de la Industria Paraguaya, 2023

Hoy, 08 de setiembre, fecha muy especial para quienes abrazamos el apasionante mundo de la industria y una oportuna ocasión para compartir unas reflexiones que buscan poner de relieve la importancia de fortalecer el dialogo honesto entre el sector público, el privado y todos los actores de la sociedad, entendiendo que es la mejor herramienta para el desarrollo de nuestra democracia.

Las ideas que nos guían, no parten de la dogmática corporativista, sino que responden al criterio de que las sinergias potencian las capacidades económicas.

Hoy ante una nueva coyuntura nacional, es preciso volver a reiterar que la industria requiere previsibilidad y seguridad jurídica, para lo cual es indispensable un Estado que limite y legitime la actuación de sus administradores.

Modelos fundados en subsidios, impenetrables murallas arancelarias y antipatías contra la inversión privada, han demostrado inhabilidad para el crecimiento, y son incongruentes con un modelo de desarrollo integral.

Dar continuidad a un proceso de desarrollo nacional, requiere políticas macroeconómicas y productivas que orienten las variables hacia un proyecto de largo plazo, debiendo contemplar necesariamente a la industria, como eje estratégico.

La industria, estimados amigos es parte del camino inevitable hacia una economía moderna.

Somos propiciadores de un modelo estimulador de la competencia y de la cooperación público - privada. El industrialismo desarrollista favorece la conciliación social de los intereses contrapuestos.

Dirijamos esfuerzos hacia metas que eleven los márgenes de productividad y eficiencia, aprovechando las ventajas comparativas y desarrollando las competitivas.

Necesitamos reglas claras, y que se considere el esfuerzo local y las características de nuestro nivel de desarrollo. De ahí, resulta necesario clarificar las áreas de actuación del sector privado y la del sector público.

Reclutemos fuerzas de todos los sectores y diseñemos un proyecto moderno de Nación, que embandere la generación de empleo, y la lucha frontal contra la informalidad y el flagelo del contrabando.

Requerimos un poder público regulador y celador de las reglas del juego.

Apostemos a favor de la economía real, esa que no especula, no escatima sacrificios, produce, exporta y abastece los requerimientos de la demanda.

El diseño de las políticas públicas, demanda decisiones valientes que tiendan a ordenar las cuentas fiscales, buscando la eficiencia del gasto estatal y la transformación del modelo de desarrollo.

En lo tributario, es perentorio facilitar la reinversión de utilidades, con incentivos que estimulen la capitalización y la simplificación del pago, proporcionando al contribuyente mayor información y transparencia.

Las políticas tributarias no deberían perseguir un objetivo extractivista.

La abundancia normativista impuesta a los empresarios formales, afecta su estructura de costos y la formalidad pierde competitividad.

Simplifiquemos el acceso al mundo de la formalidad.

Que lo legal se haga real y que esta sea funcional a la pulsión económica y a la creatividad innovadora.

Del sistema financiero y el mercado de capitales, la industria demanda instrumentos accesibles de mediano y largo plazo.

Para que interactúen el ahorro y la inversión, el armazón institucional debe ser vigorizado.

No hay mejor política social que la creación del empleo, resultante de la inversión y del mayor dinamismo económico, y aquí me permito reiterar:

El estado, tiene temas urgentes de los cuales ocuparse. La informalidad, el contrabando, la educación, la salud, la seguridad ciudadana, la caja fiscal, la deuda con los proveedores y el problema de la hidrovía, son algunos de ellos.

Como ya lo manifestáramos;

¡De la generación de empleos, ……! nos ocuparemos nosotros.!

La fragmentación social amenaza la estabilidad y abre una brecha.

Un enfoque que sitúe en cuerdas separadas lo social de lo económico, y ambos de las decisiones del poder político, conduciría a la destrucción de nuestro modelo de convivencia democrática.

La libertad es la madre del orden social, y las instituciones deben constituirse, en herramientas que fomenten el crecimiento económico y la inclusión social.

¡Construyamos juntos un objetivo colectivo!:

“generar el entorno socioeconómico, que facilite el desarrollo a largo plazo.”

Establezcamos armonía, entre las variables económicas y las metas sociales, confirmando la vigencia de los principios constitutivos del Estado social de derecho.

Para la obtención de dichos objetivos, la consistencia fiscal, la transparencia y la disciplina jurídica, son las claves del éxito.

Entendemos que la extrema pobreza debe ser combatida con planes específicos, pero, rechazamos cualquier forma de asistencialismo que promueva la pereza social, y alimente clientelas políticas.

Qué bueno sería, mejorar la inversión, en ámbitos de la educación básica y profesional, además de garantizar seguridad ciudadana y el acceso a la salud.

La estabilidad macroeconómica es un valor en sí misma, pero su validez se acrecienta cuando va acompañada de la decisión de utilizar toda la capacidad disponible y el potencial del sistema socioeconómico.

El Presupuesto General de Gastos de la Nación, demuestra actualmente el estrecho margen que dispone el gobierno para la inversión estatal.

Se debe equilibrar el presupuesto, pero, para hacer de él una herramienta estimuladora de los sectores empresariales, generadores genuinos, de empleos dignos.

Es halagador que haya confianza en el Estado, pero, si los equilibrios financieros no se cuidan, irrumpirá la carrera del déficit, se abultará el pasivo de la deuda, y se debilitará la estabilidad macroeconómica.

Debemos ser custodios de la estabilidad de nuestra moneda, lo que requiere prudencia y coherencia en las políticas monetarias, fiscales, tributarias y financieras.

Hasta hoy, el liderazgo político no ha tenido una estrategia de crecimiento que combine las diversas variables del desarrollo sostenible.

Partimos de la base, que no existe un sistema económico inmutable y perfecto. Es necesario mencionar que la relación Estado-mercado se mueve en arenas movedizas.

Igual que en el orden político, el ordenamiento económico debe ser resguardado de los desbordes populistas, y de las ambiciones desmedidas.

El estancamiento, la decadencia y la recesión se producen cuando la voluntad política contradice las pautas del desarrollo y la realidad.

Compartimos la visión de que es necesario sincerar el endeudamiento del Estado, y encaminarnos, con las reformas necesarias, por la senda de la responsabilidad fiscal, respetando los parámetros del tope actual, o el que vaya a determinarse.

Los empréstitos, deben ser contraídos teniendo en cuenta metas y planes de infraestructuras que tiendan a perfeccionar la integración territorial.

Tengamos una agenda que contemple, reformas del gasto público, modalidad del endeudamiento, la cancelación de las deudas del Estado con sus proveedores y la formulación de leyes, que promuevan y potencien a la inversión productiva.

Vemos con expectativa, el inicio de los procesos de reformas institucionales, aunque sigue pendiente la solución a la problemática de la caja fiscal, cuyo progresivo déficit, compromete nuestra estabilidad económica.

El debate reformista, no se agota en el tamaño del Estado, en contrario, apunta a lograr un modelo que acabe con los vicios del procedimentalismo, prebendarismo, y la falta de transparencia.

El Paraguay necesita reformas, y sanear sus instituciones.

Los industriales, demandamos estabilidad en los ciclos económicos, gobernanza institucional, y seguridad jurídica.

Sr. presidente, confiamos en que, con políticas coherentes en materia monetaria, tributaria, cambiaria y financiera, podremos alcanzar bajo su mandato, elevadas tasas de crecimiento económico, así como allanar el camino hacia la obtención del Grado de Inversión.

“Aprovechemos, las oportunidades que la coyuntura nos brinda.”

Es el momento de echar las bases de un desarrollo sustentable, que procure efectuar las reformas necesarias, sin comprometer las posibilidades del futuro.

La coyuntura nacional e internacional se muestra favorable.

Observemos lo global desde la plataforma local, dimensionemos el mercado externo y el doméstico.

Las industrias se modernizan, no solo para sustituir importaciones, sino para exportar bienes producidos en el Paraguay, y sobre todo para generar empleos dignos.

Es hora de que las inversiones de la industria tecnológica y de la Producción de Energía limpia desembarquen en el Paraguay; creemos que las condiciones están dadas para que ello ocurra.

Señor Presidente, convirtamos entre todos, al Estado en una maquinaria eficiente, transparente y desburocratizada, que funcione al servicio de la profundización de la democracia, del crecimiento económico y del desarrollo social, haciendo que lo necesario sea más que lo posible.

La industria continuará invirtiendo en tecnología, en la formación del capital humano y en una nueva cultura empresarial.

Seguiremos trabajando por el progreso y el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestro pueblo.

Para finalizar, esperamos de Usted, Señor Presidente, el liderazgo que las circunstancias demandan. Le reiteramos, nuestros deseos de éxitos, para que lidere el esfuerzo de los paraguayos hacia mejores horizontes.

Sea el estadista que deseamos y necesitamos.

Cuente con los industriales, para compartir el esfuerzo y la esperanza de traer mejores días a la patria.

A mis queridos colegas industriales, mi respeto y admiración a cada uno de ustedes, a vuestras familias, y a todos sus colaboradores, y quienes mueven a este sector, y hacen de él un aliado fundamental para el desarrollo de nuestro país.

GRACIAS POR CREER, GRACIAS POR CREAR Y GRACIAS POR HACER GRANDE AL PARAGUAY.