Discurso del Presidente de la Unión Industrial Paraguaya Enrique Duarte en ocasión del Día de la Industria Paraguaya 2022

Al celebrar el día de la industria nacional queremos destacar el patrón de continuidad entre el pasado y el futuro, entre la historia y el progreso. Nuestra patria, el Paraguay, es una continuidad colectiva e histórica a lo largo del camino recorrido como sociedad nacional.

Advertimos que, mirando hacia futuro desde el presente, no existe posibilidad de pensar en un Paraguay próspero sin un proyecto industrial, de la misma manera que se comenzó a construir el Paraguay moderno con las incipientes industrias de la época de los López.

Si ese proceso histórico se interrumpió por un factor exógeno adverso, como fue la guerra de la Triple Alianza, la no consideración de un plan de industrialización de nuestro país, tendrá consecuencias parecidas a la del pasado, aunque por razones atribuibles exclusivamente a nuestra propia falta de visión.

Una falta de proyección industrial conllevará la ausencia de políticas de integración y cohesión social, así como la ausencia de un proyecto de nación es la antesala de la decadencia y el estancamiento socioeconómico.

En pocas palabras: El desarrollo industrial condiciona la calidad de la ocupación laboral y el bienestar social de las naciones.

¡Proyectemos el país que queremos sobre la base de lo que tenemos que hacer, tomando como ejemplo nuestra historia!

El sector público y el privado, deben considerar y preparar un plan que facilite y favorezca la inversión, dirigida a potenciar y diversificar nuestra vocación económica.

¡La capacidad industrial instalada es la garantía y la base de una nación sin fisuras sociales ni excluidos!

Un Paraguay que no explore y explote su capacidad industrial está destinado a continuar siendo un país sin igualdad de oportunidades, vulnerable a los vaivenes globales.

El incremento de nuestra destreza industrial supondrá el incremento de la demanda doméstica y la ampliación de nuestra inserción en los procesos globales.

¡Necesitamos estar en la globalización, pero autónomos y protegidos de las asimetrías que se generan en el comercio internacional!!

Esa protección no vendrá de afuera: tenemos que generarla nosotros internamente y convertirla en instrumento estratégico para las negociaciones con el mundo globalizado.

Queremos aprovechar las ventajas del libre comercio, pero necesitamos amortiguar las consecuencias de las decisiones unilaterales que se toman e imponen desde las posiciones de predominio hegemónico.

Para atenuar nuestra vulnerabilidad externa, requerimos políticas públicas que faciliten la acumulación de capital y eleven el coeficiente del ahorro interno.

¡La captación y canalización de recursos externos estará determinada por la calidad de nuestra convivencia institucional!!

Urge continuar dotando a nuestra economía de la infraestructura necesaria.

¡No podemos luchar contra la ley de la gravedad, pero si necesitamos combatir y derrotar el contrabando y la impunidad!

Cada día, se vuelve más impostergable la necesidad de consolidar las instituciones compatibles y complementarias con la transparencia, el mercado, la equidad social y el equilibrio medioambiental.

¡Reemplacemos la cultura del privilegio por la cultura del trabajo y la honestidad!

¡Que las ganancias sean el resultado del esfuerzo, la inteligencia la audacia y la solidaridad social!

¡Acabemos con las prácticas mercantilistas que solo premian el favor político!

El modelo intervencionista de los años 50, que atribuyó al estado el papel de protagonista principal, ha fracasado.

¡Los desafíos y la nueva complejidad nos obligan a decidir que el rol del sector privado no sea sustituido por las corruptas, elefantiásicas e ineficientes burocracias estatales!!

Las demarcaciones fronterizas entre el sector público y privado deben establecerse con criterios que profundicen el desarrollo institucional, corrijan las fallas del mercado, establezcan la capacidad reguladora del estado, e instalen un modelo sustentable de desarrollo, pero siempre en un ambiente en el que las partes entiendan que solo el trabajo conjunto será la garantía del logro de los objetivos.

Así como lo económico debe compaginarse con lo socioambiental, de igual modo, hay que compenetrar la transparencia y el derecho con las prácticas estatales.

¡Nuestro compromiso industrialista se orienta hacia la producción que tienda a robustecer las ventajas competitivas!

 

Como industria buscamos nuestro lugar en el mundo. Queremos participar en los procesos de integración y globalización, con perfil paraguayo, y ofreciendo bienes de estándar internacional.

La historia de la industria paraguaya es la casuística de quienes han elevado sus aspiraciones y ambiciones, dando pruebas de patriotismo y valentía para arriesgar todo a favor de la prosperidad nacional.

Por ello, y desde esta casa, estamos implementando decisiones que hacen de la industria nacional un eslabón irrenunciable del crecimiento económico y del desarrollo social.

¡Un proyecto de nación que ignore o descuide potenciar la industrialización ofrece un futuro sin modernización social!

Necesitamos que se entienda, y que se arraigue el principio de  que todos los que inviertan en nuestro país, compitan con igualdad, libertad y amparados por las normas jurídicas.

El ambiente favorable de negocios debe ser mantenido y potenciado, por encima de cualquier sectarismo.

Es perentorio que sean impulsadas las reformas legislativas necesarias para potenciar la economía, evitando su manoseo faccioso y volviendo a transitar hacia la convergencia de la responsabilidad fiscal.

Debemos seguir formalizando y acelerando el trabajo de las MIPYMES, en la permanente búsqueda de implementación de cadenas productivas, con valor agregado y alta productividad.

¡Bajo ningún punto de vista exigimos privilegios, solamente esperamos que los interesados inviertan y no se limiten a vender sin producir en el Paraguay!

¡La mano de obra paraguaya está preparada para producir con eficiencia y eficacia!

Ya no hay que permitir que, so pretexto de los bajos costos, nuestro mercado sea invadido por bienes importados que terminarán destruyendo los puestos de trabajo:

¡Quien quiera competir que invierta en nuestro país!

¡La soberanía sanitaria, alimenticia y de infraestructura no debe estar atada al designio y a ventajas comparativas de otros países!!

Por eso, no nos cansaremos en insistir en que necesitamos seguridad jurídica, Estado de Derecho, justicia independiente y combate al crimen organizado.

¡Sepultemos la constante de la incertidumbre y convirtámonos en un país predecible!

El capital nacional y el foráneo debe estar convencido de la profesionalidad del funcionariado público y sentirse seguro del actuar de los jueces.

Igualmente, nosotros necesitamos de los estímulos tributarios, de la racionalidad fiscal, y de la estabilidad macroeconómica.

En la medida que diversifiquemos nuestra capacidad industrial se irán generando y mejorando la calidad del trabajo y los empleos.

¡Pretender un futuro sin desarrollo industrial es querer avanzar hacia un horizonte sin luz!

¡La industria paraguaya debe ser la estrategia!

 La industrialización es sinónimo de modernidad…es el puente entre el pasado y el futuro…es el basamento para construir la sociedad justa para todos y libre para cada uno.

No nos cansaremos de repetir

QUE, SI A LA INDUSTRIA LE VA BIEN, LE VA BIEN AL PAÍS.    

Gracias.                      

 – Ing. Enrique Duarte, Presidente UIP.